Muere Facundo Cabral Acribillado : Dicen las crónicas que a Facundo Cabral lo mataron unos sicarios desalmados por equivocación. Porque los tiros de los fusiles de asalto iban dirigidos contra el empresario Henry Fariña, una especie de capo en el mundo guatemalteco de la prostitución y la droga.
En consecuencia podría decirse que el cantor argentino halló una muerte tan insólita como fue su propia vida, siempre recurriendo al juego de las contradicciones como bien indican los títulos y muchos versos de sus obras más conocidas: No soy de aquí ni soy de allá, Que sí que no, lo mismo me da, Yo no soy lo que canto o Lo que canto no es mi canto... Es decir: sí pero no, sino todo lo contrario.
Todo esto puede explicar lo que recientemente ha dicho su amigo Alberto Cortez en su artículo póstumo de El País: "El hombre que se inventó a sí mismo". A los dos cantantes argentinos tuvimos ocasión de verlos actuar en el "Juan Ríos Tejera", de La Laguna, acompañados al piano por Ricardo Miralles. El espectáculo se titulaba "Lo Cortez no quita lo Cabral", muy a tono con ese sí, pero no del que hemos hablado.
Años antes a este encuentro en La Laguna habíamos conocido a Facundo en enero de 1986, durante el XXVI Festival de Cosquín (Córdoba, Argentina), en el que compartimos escenario. Antes de comenzar su actuación, Facundo decía a Carmelo Rivero lo mucho que le había costado llegar a Cosquín: "Llevo veinte años esperando esta ocasión". Y obtuvo un extraordinario éxito al interpretar su famoso Pobrecito mi patrón, como reflejó Carmelo en su artículo de El País.
Luego, a partir de esos años, fuimos perdiéndole la pista entre rumores y alarmantes noticias que nos llegaban desde Argentina, que incluso venían a situarlo en un asilo, sin medios económicos y abandonado por amigos y enemigos, algo que nos desmintieron desde la SGAE cuando tratamos de interesarnos por su salud. Según estas fuentes, Facundo recibía toda clase de atenciones por parte de la Sociedad de Autores argentinos, que corría con todos los gastos de su hospitalización.
Ahora, a sus 74 años (vean cómo tenía edad, aunque la falta de porvenir sí acabó siendo cierta), Facundo estaba casi ciego, tenía cáncer y había perdido recientemente a parte de su familia en un accidente. Con su asesinato, el destino ha querido despedirlo en forma de salvas de 35 disparos, para así vengarse de los muchos desaires que Cabral les escupió en la cara a tantos patrones que trafican con las vidas de los débiles y marginados en nuestra amada y querida América. Sicarios, patrones y mafiosos que aún creen que Cabral era un pobrecito desgraciado.
Haya estado o no en el sitio equivocado a la hora de su horrorosa muerte, Facundo Cabral seguirá fustigando con sus canciones a los malandrines asesinos que abusan de los débiles y desamparados en la convulsa América y en todos los rincones del planeta donde haya la explotación del hombre por el hombre.











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